Mi hijo Nachito siempre ha sido muy especial. Desde chico nunca le pudimos dar una comida sin palta en ella. Su equipo de psicólogos lo diagnosticó a los 3 años con Trastorno Paltero Compulsivo (TPC).

Fue el primer caso en Chile de un trastorno de la personalidad dependiente de una fruta. En la familia estábamos devastados, pero él seguía más feliz que nunca.

Cada vez que podía se escapaba a nuestro campo familiar en Quillota. Desde ahí generó una relación muy cercana y especial con las paltas.

Seamos honestos: mi hijo nunca ha sido muy inteligente, pero de paltas entiende harto.

Él sabe que las paltas del campo son distintas, mágicas. Le parte el corazón ver a gente comiendo palta del supermercado. “¡ESO NO ES PALTA…ES VENENO!” Gritaba llorando por el Jumbo a los 7 años. No es broma. Fue su primera crisis existencial.

Se lo tomó personal. Yo creo que por eso hace todas estas cosas locas para llamar la atención y transmitir su mensaje. Siente la necesidad de que los chilenos prueben su palta antes de morir. Si, para Nachito es cosa de vida o muerte. En fin, mi hijo es una caja de pandora y lo quiero de aquí a las estrellas. Mi pelaito es el mejor!!!